domingo, 23 de octubre de 2016

LAS COSAS TIENEN SU RAZÓN DE SER. Enric Corbera

LOS SENTIMIENTOS Y EL ESTRÉS. DR. DAVID R. HAWKINS

                        
                      Los sentimientos y el estrés.

"El verdadero origen del estrés es interno y no externo.
La predisposición a reaccionar con miedo, por ej.:  depende de la cantidad de miedo que ya esté presente en nosotros.
Para una persona miedosa, el mundo es un lugar aterrador.
Para la persona enfadada, el mundo es un caos de frustración.
Para la persona que se siente culpable, solo ve el mal.   Si renunciamos a la culpa, veremos inocencia. 
La regla básica es que nos centramos en lo que hemos reprimido.
El estrés es producto de la presión acumulada por los sentimientos reprimidos y suprimidos.  La presión busca alivio, y así los acontecimientos externos solo desencadenan lo que hemos estado guardando, tanto consciente como inconscientemente.  La energía de los sentimientos bloqueados emerge de nuevo en el sistema autónomo, causando cambios patológicos que provocan la enfermedad.
Un sentimiento negativo produce la inmediata pérdida del cincuenta por ciento de la fortaleza muscular del cuerpo y también reduce la visión, tanto física como mental.
El estrés es la reacción emocional a un factor o estímulo desencadenante.  Está determinado por los sistemas de creencias y sus presiones emocionales asociadas.
No es el estímulo externo lo que causa el estrés, sino nuestro grado de reactividad.
El daño causado por el estrés no es más que el resultado de las propias emociones. 
La eficacia de dejar ir para reducir las reacciones corporales al estrés se ha demostrado en estudios científicos, véase cap. 14 de este libro DEJAR IR .
Tratar de aliviar las secuelas en lugar de eliminar la causa del estrés es como tratar de bajar la fiebre sin corregir la infección.
Por ej.:  la tensión muscular es el resultado de la ansiedad, el miedo, la ira y la culpa.  Un curso sobre técnicas de relajación muscular tendrá un efecto beneficioso muy limitado.  En cambio, será mucho más eficaz eliminar el origen de la tensión subyacente:  la ira, el miedo, la culpa y los demás sentimientos negativos reprimidos y suprimidos".



TÚ ERES EL CREADOR. Dr. Joe Dispenza.

martes, 18 de octubre de 2016

TRES FORMAS DE GESTIONAR LOS SENTIMIENTOS. DR. DAVID R. HAWKINS

       
                TRES FORMAS DE GESTIONAR LOS SENTIMIENTOS

1.  Supresión y Represión. 

Estas son las formas más comunes de tapar los sentimientos y dejarlos a un lado.
En la Represión, sucede inconscientemente.
En la Supresión, ocurre de modo consciente. 
No queremos que nos molesten y, además, no sabemos que hacer con ellos.  Sorteamos el sufrimiento que nos producen y tratamos de seguir funcionando lo mejor posible.
Elegimos los sentimientos que serán Suprimidos o Reprimidos en conformidad con los programas conscientes o inconscientes que llevamos con nosotros por costumbre social y educación familiar.

Luego, la presión de los sentimientos suprimidos se manifiesta como:   irritabilidad, cambios de humor, tensión en los músculos del cuello y la espalda, dolores de cabeza, calambres, trastornos menstruales, colitis, indigestión, insomnio, hipertensión, alergias y otras condiciones somáticas.

Reprimimos un sentimiento cuando nos produce tanta culpa y miedo que ni siquiera podemos controlarlo.  Apenas amenaza con emerger, es lanzado instantáneamente al inconsciente.
El sentimiento reprimido será gestionado de diversas maneras para asegurar que siempre se mantenga fuera de la conciencia.  Para ello la mente utiliza mecanismos como la negación y la proyección, que son los mas conocidos porque tienden a ir juntos y a reforzarse mutuamente.  La negación deriva en bloqueos importantes de las emociones y la maduración. Generalmente va acompañada por el mecanismo de la proyección. Como consecuencia de la culpa y el miedo, reprimimos el sentimiento y negamos su presencia en nosotros.  En lugar de sentirlo, lo proyectamos sobre el mundo y los que nos rodean.  Experimentamos la sensación de que les pertenece a "ellos".  Entonces ellos se convierten en el enemigo, y la mente busca y encuentra justificación para reforzar la proyección. La culpabilidad se sitúa en las personas, las instituciones, las condiciones sociales, el destino, Dios, la suerte...y otras cosas fuera de nosotros mismos.  La proyección es el principal mecanismo utilizado por el mundo de hoy.  Mantenemos nuestra autoestima a costa de los demás.  El mecanismo de la proyección subyace a los ataques, la violencia, la agresión y demás formas de destrucción social.

2. Expresión.

La expresión de las emociones negativas permite dejar salir únicamente la suficiente presión interna para que el resto del contenido pueda ser suprimido. Es muy importante entender este punto, porque muchas personas creen que expresar sus sentimientos las libera de ellos.  Los hechos demuestran lo contrario. La expresión de un sentimiento, en primer lugar, tiende a propagarlo y darle mayor energía.  En segundo lugar, siempre se trata de la expresión de solo una parte, y esto permite que el resto sea suprimido y se mantenga al margen de la conciencia.
El equilibrio entre supresión y expresión varía en cada individuo, ya que depende de su educación infantil, las normas culturales y las costumbres. La alternativa consiste en asumir la responsabilidad por los propios sentimientos negativos y neutralizarlos. Entonces solo permanecen y se expresan los sentimientos positivos.

3. Escape.

Es la evitación de los sentimientos a través de la diversión. Esta evitación es la columna vertebral de la industria del entretenimiento, y también es la vía del adicto al trabajo.  Es escapismo, evita tomar conciencia de nuestro interior, es un mecanismo tolerado socialmente.  Podemos evitar el propio yo y tapar los sentimientos a través de una interminable variedad de búsquedas, muchas de las cuales se convierten en adicciones a medida que crece nuestra dependencia de ellas.
La gente está desesperada por seguir siendo inconsciente. Observamos como las personas encienden la televisión en cuanto entran en casa;  les aterroriza la idea de enfrentarse así mismas. Incluso temen un momento de soledad.  De ahí las actividades constantes y frenéticas:  hablar, enviar mensajes, leer, escuchar música, trabajar, viajar, ir de compras, comer en exceso, drogas y fiestas.
Estos mecanismos de escape son erróneos, estresantes e ineficaces. Requieren enormes cantidades de energía para mantener el control sobre la creciente presión de los sentimientos suprimidos y reprimidos. Se produce una progresiva pérdida de conciencia, de creatividad, de energía y de auténtico interés por los demás.  El crecimiento espiritual se detiene y, finalmente, se desarrollan enfermedades físicas y emocionales.
Por encima de todo,  el escape tiene el efecto de incapacitar para amar verdaderamente y confiar en otra persona, lo que produce aislamiento emocional y odio hacia uno mismo.

En contraste con lo anterior, ¿qué sucede cuando, en lugar de esto, nos liberamos de un sentimiento? 
La energía que está detrás de ese sentimiento es entregada instantáneamente y el efecto es la descompresión.  La presión acumulada disminuye a medida que lo vamos soltando.  Todo el mundo lo sabe, cuando soltamos, de inmediato nos sentimos mejor. La fisiología del cuerpo cambia...
En un estado de libertad interior, todas las funciones del cuerpo y de cada órgano se corrigen hacia la normalidad y la salud.  La percepción del mundo y de nosotros mismos cambia para mejor. Nos sentimos más felices y relajados.
Nota:  texto extraido del libro DEJAR IR.






domingo, 16 de octubre de 2016

jueves, 2 de junio de 2016

sábado, 7 de mayo de 2016

ANTE UNA PÉRDIDA DEBEMOS SUPERAR ESTAS ETAPAS.

                            CINCO   PASOS  PARA  LA   A C E P T A C I Ó N

ELISABETH  KÜBLER-ROSS fue la primera en identificar estas etapas a través de las cuales los moribundos llegan a aceptar su muerte, a lo que llamó “el proceso de aflicción”.

Posteriormente,  los profesionales han observado como las personas atraviesan estas etapas siempre que se enfrentan a una pérdida de cualquier tipo, ya sea menor o mayor.  Incluso los cambios positivos conllevan pérdidas, por ej.:  cuándo compramos una casa nueva y dejamos la antigua, exige la progresión por los CINCO PASOS SIGUIENTES:

1.      NEGACIÓN
Es  un estado de pánico en el que se experimenta un rechazo total a reconocer la realidad.  Hacemos cualquier cosa con tal de que las cosas vuelvan a su sitio o fingimos que esta situación no está ocurriendo.  Es un estado de gran ansiedad y miedo.
Las reacciones típicas son:  “¡No, no puede ser!”, “No tiene importancia”, “No me importa”;  o la huida mental (obsesionarse, conductas compulsivas, mantenerse ocupado).  Puede que nos sintamos distanciados de nosotros mismos y nuestras reacciones emocionales  no existan en absoluto o sean inadecuadas ( reír cuando deberíamos llorar).  Nos parece que estamos locos porque nos estamos mintiendo a nosotros mismos y nos creemos las mentiras de los demás.  El escuchar mentiras es la forma más rápida de sentirse enloquecer.  Creer en las mentiras daña la misma esencia de nuestro ser.  Un instinto muy profundo en nuestro interior sabe la verdad, pero nosotros decimos:   “Estás equivocado. Cállate.”
No estamos negando lo que estamos negando porque seamos tontos, testarudos o anormales.  Ni siquiera nos mentimos conscientemente.  “La negación no es la mentira - según Noel Larsen-.  Es no permitirse saber cuál es la realidad”. 
En algún lugar de nuestro interior creemos verdaderamente en las mentiras que nos contamos nosotros mismos.
También hay una razón que lo explica muy bien Claudia L. Jewett:
En épocas de mucha tensión, cerramos nuestra conciencia emocionalmente, a veces intelectualmente y en ocasiones físicamente.  Entra en funcionamiento un mecanismo interno que corre un telón sobre la información más devastadora para evitar que suframos una sobrecarga.  La negación es una defensa consciente o inconsciente a la que todos recurrimos para evitar, reducir o impedir la aparición de la ansiedad cuando nos sentimos amenazados.  La utilizamos para protegernos de ser conscientes de las cosas que nos trastornaría, al ser demasiado dolorosas.
La negación es el parachoques  del alma, una reacción natural e instintiva frente al dolor, la pérdida y el cambio.  Nos protege.  Desvía los golpes que nos da la vida hasta que somos capaces de apelar a otros recursos para enfrentarnos a ellos.

2.      IRA
Cuando dejamos de negar nuestra pérdida, pasamos a esta etapa.  Puede que exista una justificación para que desahoguemos nuestra ira, o puede que la desahoguemos de manera irracional sobre cualquier persona. Es probable que nos culpemos a nosotros mismos, a Dios y a todos los que nos rodean por nuestra pérdida.  Dependiendo de nuestra pérdida, podemos sentirnos un poco irritados, algo enfadados, absolutamente furiosos o arrastrados por un tremendo ataque de rabia.
Si estamos negando una situación, no pasaremos a aceptarla de buenas a primeras;  primero sentiremos furia.  Esta etapa requiere de gran comprensión y en algunos casos de ayuda profesional.

3.      COMPROMISO
Después  de habernos calmado, intentamos cerrar un trato con la vida, con nosotros mismos, con otra persona o con Dios.  Si hacemos esto o lo otro…entonces no tendremos que sufrir la pérdida.  No intentamos retrasar lo inevitable;  estamos tratando de evitarlo.  A veces nuestros tratos son razonables y provechosos:  “ Si voy a un profesional, puedo resolver…”.  Otras veces nuestros tratos son absurdos:  “Solía pensar que haciendo las mismas cosas, podía obtener resultados diferentes”.

4.      DEPRESIÓN
Cuando vemos que nuestro trato no ha dado resultado, cuando acabamos agotados por nuestra lucha de negar la realidad, y cuando decidimos reconocer el golpe que nos ha asestado la vida, nos sentimos tristes, en ocasiones  terriblemente deprimidos.  Esta es la esencia de la aflicción:  lamentarse intensamente.  Esto es, precisamente, lo que hemos intentado evitar a toda costa.  Es el momento de llorar, y es doloroso.  Según Esther Olson,  lo llama  el “proceso de misericordia”, esta etapa comienza cuando nos rendimos humildemente.  La depresión sólo desaparecerá cuando el proceso acabe de cumplirse por completo.

5.      ACEPTACIÓN
Después de haber cerrado los ojos, pataleado, chillado, negociado y por último sentido el dolor, llegamos a un estado de aceptación.
Según Elisabeth Kübler-Ross, ” la aceptación no tiene que confundirse con un estado de felicidad.  Se produce casi un vacio de sentimientos.  Es como si el dolor hubiera desaparecido, la lucha hubiera terminado”.
Estamos en paz con lo que sea.  Somos libres de quedarnos, libres de seguir adelante, libres de tomar cualquier decisión que necesitemos tomar. ¡Somos libres!  Hemos aceptado nuestra pérdida, se ha transformado.  Nos sentimos a gusto con ella y con nuestra vida;  nos hemos adaptado y reorganizado.  Una vez más nos sentimos bien en nuestras circunstancias presentes y con nosotros mismos.
Además, creemos que de alguna forma hemos obtenido un beneficio de nuestra pérdida o cambio, aun cuando no comprendamos del todo el cómo o el porqué.
Tenemos fe en que todo marcha bien, y nuestra experiencia nos ha hecho madurar.  En nuestro interior estamos seguros de que nuestras circunstancias actuales, son exactamente las que tienen que ser por el momento.  A pesar de nuestros miedos, sentimientos, luchas y confusión, sabemos que todo está bien.  Aceptamos lo que hay, dejamos de correr, de agachar la cabeza, de controlar y escondernos.  Y sabemos que sólo a partir de ese momento podremos seguir avanzando.
No resulta particularmente cómodo.  De hecho, es algo violento y en ocasiones doloroso.  Puede que sintamos que nos estamos desmoronando.   Por lo general, cuando comienza el proceso sentimos conmoción y pánico.  A medida que vamos superando las distintas etapas, nos ataca  con frecuencia la confusión, la vulnerabilidad, la soledad y el aislamiento.  Entonces experimentamos la sensación de que hemos perdido el control.
Cuando atravesamos este proceso a causa de cualquier cosa que no hayamos aceptado,  la persona puede encontrarse al mismo tiempo atravesando muchas etapas  del proceso de aflicción.  La negación, la depresión, el compromiso y la ira pueden aparecer en rápida sucesión.  Es posible que vayamos  hacia atrás y hacia adelante:  de la ira a la negación, de la negación al compromiso, del compromiso otra vez a la negación.  Sea cual sea nuestra velocidad y la trayectoria que sigamos en nuestro recorrido, es necesario que recorramos todas las etapas del proceso.
Muchas veces no sabemos lo que estamos intentando aceptar;  incluso puede que no sepamos que estamos luchando por aceptar una situación, que simplemente nos parezca que nos hemos vuelto locos.  No es así.  Hay que darle su tiempo si la pérdida es importante.  Según Fritz Perls: “La única forma de salir es atravesándolo”.
Podemos aceptar los cambios y las pérdidas, pero cada cosa viene por sus pasos y a nuestra manera.  Y sólo nosotros y Dios podemos determinar la duración del proceso.
Donald L. Anderson dice:  “Sanos son aquellos que se afligen.  Hace muy poco que nos hemos dado cuenta que negar la aflicción es negar una función humana natural y que esa negación a veces tiene terribles consecuencias.  La aflicción, como cualquier emoción auténtica, viene acompañada de cambios físicos y descarga  de energía psíquica.  Si esta energía no se agota en el proceso normal de aflicción, se vuelve destructiva en el interior de la persona…incluso una enfermedad física puede ser la secuela de una aflicción por resolver.  Significa estar dispuesto a admitir un sentimiento sincero en lugar de forzarse siempre a reír para olvidar el dolor.  No sólo es lícito admitir la tristeza inherente a cualquier pérdida;  es la única alternativa saludable”.
Podemos permitirnos sufrir este proceso cuando nos enfrentamos a una pérdida o un cambio.  Seamos amables con nosotros.  El proceso puede agotarnos y dejarnos vacíos.  Puede acabar con toda nuestra energía y hacernos perder el equilibrio.  Observemos nuestra evolución y sintamos lo que nos sea necesario sentir.  Hablemos con personas que sean seguras y que nos proporcionen el consuelo, el apoyo y la comprensión que necesitamos.  Hablemos de ello en voz alta;  hablemos hasta completar el proceso.
Comprender este proceso, nos ayuda a nosotros mismos y también a solidarizarnos más con los demás, que pueden pasar por el mismo.
M. BEATTIE