miércoles, 29 de febrero de 2012
viernes, 24 de febrero de 2012
sábado, 18 de febrero de 2012
"CRECER EN LA ESCUELA DE LAS EMOCIONES"
La revista Mujer Hoy publica:
“Crecer en la escuela de
las emociones”
Los niños del colegio Marcial
Solana de la Concha
de Villaescusa (Cantabria) reciben en clase la visita de 'El mago de las
palabras'.
Hay 100 colegios en Cantabria apostando por una
enseñanza emocional y creativa. 20000 niños se benefician de una experiencia
que demuestra que otra educación es posible.
Son casi las nueve y media de la mañana y los más rezagados están todavía cruzando las puertas del colegio Marcial Solana, enLa Concha
de Villaescusa (Cantabria). Sin embargo, todos los alumnos de
2º de Infantil llevan ya unos minutos en sus clases, donde esta mañana no se
escucha griterío, ni siquiera cuchicheos. Solo silencio. Se
ha corrido el rumor de que el mago de las palabras les visitará esta mañana,
y ellos aguardan expectantes, como si quien estuviera a punto de entrar por la
puerta fuera el mismísimo Papá Noel. ¿Quién dijo que los niños de cuatro años no saben
esperar?
Cuando por fin el señor mago aparece, Marina, Daniel, Alicia, Estela, Rodrigo y sus 19 compañeros gritan al unísino: "¡Poooopiiiii!". Solo lo habían visto una vez, cuando dejó que le pusieran el nombre que más les gustara. Popi les cuenta que no tiene emociones, ya no siente, porque la gente ha dejado de leer cuentos. Por eso les deja a los niños decenas de ellos –que aparecen delante de sus ojos en una pequeña exhibición de magia–, para que busquen las emociones de esas historias y se las expliquen. Es la única manera de que el mago recuerde qué significan la alegría, la tristeza, el miedo, la sorpresa, el asco o el enfado. Puede que a sus cuatro años, Estela, Rodrigo o Alicia no hayan comprendido una palabra de lo que acaba de decirles el mago (o sí). Pero lo cierto es que los tres sonríen y miran el arcón de cuentos que se ha llenado por arte de magia hace unos segundos, como si fuera un tesoro. Hay un mensaje que les ha quedado suficientemente claro: saben que deben buscar emociones para el mago.
Son casi las nueve y media de la mañana y los más rezagados están todavía cruzando las puertas del colegio Marcial Solana, en
Cuando por fin el señor mago aparece, Marina, Daniel, Alicia, Estela, Rodrigo y sus 19 compañeros gritan al unísino: "¡Poooopiiiii!". Solo lo habían visto una vez, cuando dejó que le pusieran el nombre que más les gustara. Popi les cuenta que no tiene emociones, ya no siente, porque la gente ha dejado de leer cuentos. Por eso les deja a los niños decenas de ellos –que aparecen delante de sus ojos en una pequeña exhibición de magia–, para que busquen las emociones de esas historias y se las expliquen. Es la única manera de que el mago recuerde qué significan la alegría, la tristeza, el miedo, la sorpresa, el asco o el enfado. Puede que a sus cuatro años, Estela, Rodrigo o Alicia no hayan comprendido una palabra de lo que acaba de decirles el mago (o sí). Pero lo cierto es que los tres sonríen y miran el arcón de cuentos que se ha llenado por arte de magia hace unos segundos, como si fuera un tesoro. Hay un mensaje que les ha quedado suficientemente claro: saben que deben buscar emociones para el mago.
No se trata de un simple juego para animar a
los peques a leer, sino una de las actividades creadas por un grupo de especialistas
en inteligencia emocional. El objetivo es que en el colegio no
solo aprendan qué es un adverbio, cómo se calcula una raíz cuadrada o qué
países forman parte de la UE ,
sino también a identificar y expresar sus sentimientos para sentirse bien consigo
mismos. ¿Una quimera? Puede. Pero no a ojos de la Fundación Botín ,
que desde hace siete años apuesta por el desarrollo de la educación emocional, creativa y
social en
colaboración con la
Consejería de Educación del Gobierno de Cantabria. Para ello
han puesto en marcha en 100 colegios cántabros a los que asisten 20.000 alumnos
el programa Educación Responsable con el que esperan no solo aumentar el rendimiento académico, que según
estudios norteamericanos se incrementa un 14% cuando se atiende a la
educación emocional, sino también mejorar la convivencia y el clima en los centros.
EVITAR RIESGOS
"La parte emocional es tan importante como la cognitiva, no se pueden separar –dice convencida Fátima Sánchez, directora del área de Educación dela Fundación Botín –.
Lo que pretendemos es prestarles la misma atención porque así se fomenta
su estabilidad emocional, la creatividad y también sus competencias
sociales". Y los números parecen darle la razón: según los
tests realizados a 1.000 alumnos de entre 8 y 14 años que fueron analizados por
la Universidad
de Cantabria, los niños consiguen reducir los niveles de ansiedad en un 13,1% siguiendo este tipo de
formación, mientras que los que reciben educación convencional la reducen solo
un 5,1%. Además, el grupo que siguió el programa mejoró un 5,6% en la identificación
de sentimientos y reparación de emociones negativas, mientras
que el resto no solo no mejoró estas competencias, sino que las redujo un 1%.
"La parte emocional es tan importante como la cognitiva, no se pueden separar –dice convencida Fátima Sánchez, directora del área de Educación de
Victoria, Lucía y Carmen tienen ocho años y
seguramente no saben nada acerca de conceptos como "reparación de
emociones negativas", pero lo cierto es que estas tres alumnas de tercero de primaria discuten en clase cómo solucionar
un problema: una niña como ellas ha ido a las fiestas de
Torrelavega con X euros. Con ellos puede comprar comida, la entrada a la feria
o muchas chucherías. "¿En qué se gastaría el dinero si actuara con cabeza?
¿Y si lo hiciera sin cabeza?", pregunta Caty Juan, su profesora en el
Colegio Sagrados Corazones de Sierrapando. Lo que están
trabajando es la toma de decisiones importantes cuando se presenta un riesgo,
aunque para ellas sea el juego de "con cabeza o sin cabeza". Ellas no
lo saben, pero este tipo de actividades pretenden prevenir el
consumo de alcohol y drogas, y por eso empiezan a enseñárselas
a edades tan tempranas. ¿El resultado? Según quienes viven el día a día con los
alumnos, sus profesores, más positivo de lo que esperaban. "Yo llevo más
de 30 años trabajando en educación y he visto muchos programas de toda clase.
La mayoría tenían buenas intenciones, pero eran difíciles de llevar a la
práctica –cuenta Carmen Orio, coordinadora del programa en el mismo colegio–. Que
este se mantenga después de cinco años quiere decir que funciona.Para
el profesorado es muy gratificante porque además se implica a las familias, y
ellas mismas te dicen que están aprendiendo el lenguaje emocional gracias a sus
hijos, que ahora practican la empatía o el autocontrol... Pero, sobre todo, es
que ahora es mucho más fácil hablar con los chavales.
A nosotros mismos nos costaba el doble a su edad. Y no es que lo diga el
estudio, es que realmente tenemos muchos menos problemas de conflicto
escolar".
¿UN MUNDO IDEAL?
Esther Puente, la profesora de Música de un Instituto de Guarnizo, también en Cantabria, pregunta a sus alumnos de 2º dela ESO si saben qué es la
lealtad. "Ser fiel a alguien y no traicionarlo. O ser
fiel a tus propios principios, tus valores…", dice Samuel.
Parece que todos sus compañeros están de acuerdo. Pues bien, hoy toca aprender
la estructura musical del blues porque más adelante tendrán que escribir uno
sobre la lealtad. Es una de la tareas en la que más empeño ponen sus alumnos:
Esther todavía se cruza por los pasillos con chicos a los que tuvo en clase
hace años que recuerdan cada sílaba de aquel blues que hablaba de
lealtad entre
amigos.
Esta actividad también es parte de esa educación responsable que se intenta inculcar en un centenar de colegios cántabros a niños de entre 3 y 16 años. Igual que otras, trabajan la autoestima, la empatía, la inteligencia emocional, el autocontrol, cómo interaccionar socialmente, habilidades de autoafirmación para no verse arrastrado por el grupo, oposición asertiva...
Esther Puente, la profesora de Música de un Instituto de Guarnizo, también en Cantabria, pregunta a sus alumnos de 2º de
Esta actividad también es parte de esa educación responsable que se intenta inculcar en un centenar de colegios cántabros a niños de entre 3 y 16 años. Igual que otras, trabajan la autoestima, la empatía, la inteligencia emocional, el autocontrol, cómo interaccionar socialmente, habilidades de autoafirmación para no verse arrastrado por el grupo, oposición asertiva...
En el fondo, eso mismo es lo que se planteó
miércoles, 15 de febrero de 2012
viernes, 3 de febrero de 2012
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